¿Cuándo se produce? ¿Qué función tiene para la conciencia?

Lo primero es poder determinar con mayor precisión a qué nos referimos con ancla. Somos habitantes nativos de este Sistema Solar en el Planeta Tierra, por ende nuestro vehículo exploratorio (cuerpo biológico) está constituido con esos parámetros de ese determinado espacio, de ningún otro más.

Ahora, nuestro aspecto de conciencia es nativo de un plano absolutamente abstracto, una instancia en donde existen posibilidades a desarrollar, un vínculo más directo con la estrella de este sistema, nuestro Sol, una conciencia solar.

Un ancla es lo que necesita este aspecto solar para establecer un acuerdo con su contraparte Tierra en un cuerpo humano. Aquí es donde esta conciencia irá creando una mente que le permita articular una vinculación con el cuerpo, en base al argumento que esa particularidad decida.

Entonces, el ancla será el punto referencial de esa conciencia para tramitar un acuerdo de pertenencia a un espacio en un determinado segmento temporal. Es lo que ancla a la conciencia dentro de la nave, el ancla propia.

Entonces aquí es donde podemos decir que un ancla cruzada se produce cuando una conciencia hace su aproximación a habitar una realidad densificada y, en lugar de construir su pertenencia basada en su propia vinculación al territorio, utiliza a otro habitante del sistema en lugar del sistema mismo.

Esto es lo que sucede, por ejemplo, cuando tengo como argumento de vida la pertenencia a mi familia, a mi trabajo, a mi pareja, a mis hijos, a mi club de fútbol, a una institución. En todos estos casos, estoy determinando que la sujeción de mi conciencia en este estatus gravitatorio humano está referenciada en otro elemento que no soy yo mismo.

Es una confusión normal en nuestra civilización, hoy año 2021, pero no es tan natural que suceda. Allí es cuando paso a ser funcional a un mecanismo de dependencia (en todos los rangos) de este otro u otros elementos, la mente elabora estrategias para generar en el otro una necesidad de que deposite su ancla en mi. ¿Les suena?

Esto causa un desequilibrio psíquicogrande, ya que, siendo la interfaz entre mente y mentalidad la referencia que tiene para argumentarse esa trasferencia desde la NO existencia hacia un SOMA expresado no es propia, por ende las métricas que obtenga del contexto no podrán ser aprovechadas por sí misma.

Entonces, a medida que más se evidencia para mi particularidad este desequilibrio, comenzará a emerger la necesidad de hacerme yo cargo y responsable de argumentarme la creación de una mente, y su consecuente mentalidad, que incluyan a referencias que, siendo propias, no dejen de ser de ser axiomáticas para el espacio Tierra que habito en este Sistema Solar y Universo Expresado.

Allí es cuando comenzamos a hablar de pertenencia al Sistema Solar, de pertenencia al Planeta Tierra, referencias legítimas de cuerpos y conciencias autoexpresadas tramitadas en vinculación directa con la nada misma, el origen de todo.

Nosotros, como integrantes de la especie humana, estamos subordinados a la existencia de estos legítimos. Nuestros cuerpos biológicos están conformados por los distintos procesos evolutivos que el Planeta Tierra ha tenido a través de la vida, y nuestro aspecto de chispa conciente proviene de las posibilidades que el mismo Sol puede tramitar en su autodeterminación como legítimo, en diálogo directo con el vacío mismo.

Esto, aunque sea en teoría por ahora, se parece mucho más a un ancla que me incluye a mi, que incluye a toda la realidad, a todos los demás habitantes de ella, a mis relaciones, a mis vínculos, pero que no depende de ellos si no que puede ser conciente de la vinculación y consecuente interdependencia entre todos los habitantes de este Sistema.

Mientras tanto, tengamos en construcción a esa ancla propia, debemos saber que el mecanismo de cruzar a otro continuará emergiendo. Esto se debe a que desplazar la referencia a otro (cualquier tipo de otro), me permite sobrellevar la carga, la posibilidad, que aún no puedo gestionar y que me desborda por carecer, aún, de los recursos suficientes para darle curso a ese futuro incremento.

El ancla cruzada ha tenido, tiene y tendrá (no por mucho tiempo más) una función, la de facilitarme el tránsito depositando responsabilidades propias en otro. Ahora, si mi cotidiano vivir está argumentado de este modo, estoy declarando tácitamente que decido no crecer, ya que no existe otro modo de crecer que superando mis propios desafíos de relación conmigo mismo, con el contexto y con la realidad. Esto último sólo será posible en la medida en que yo mismo gestione mi propia sujeción al Sistema a través de Tierra.

Paciencia con nosotros mismos, amor propio, atención y confianza en el proceso que auditan los legítimos.